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miércoles, octubre 19, 2005 

Jugando a recordar

Además de emplearse para hacer alusión a la canela silvestre cubana, la palabra canica, según la Real Academia Española, es el juego de niños que se hace con bolas pequeñas de barro, vidrio u otra materia dura.

En efecto, hablaremos brevemente del juego de las canicas, ¿lo recuerdan? El nombre de estas pequeñas bolitas tiene su origen en el vocablo francés canique, que proviene de la palabra neerlandesa knikker, misma que a su vez es una sustantivación del verbo knikken. En alemán, el verbo knicken significa romper o aislar.

Manos habilidosas para multicolores canicas.
Foto de Francisco Olvera


Resulta que cuando los niños todavía socializaban, por lo menos de persona a persona, aunque no sé si en los tiempos actuales las teleconversaciones vía internet puedan ser incluidas dentro de las acciones y efectos que comprende el verbo sociabilizar, solían jugar un entretenido y divertido juego llamado "las canicas", vuelvo a hablar de los niños que todavía socializaban por si alguien se extravió en el enunciado.

Estas pelotitas de cristal tienen nombres variados según sea la región donde se les mencione. Muchos sudamericanos les llaman bolitas pero los colombianos se refieren a ellas como piquis. Cuicas o cuirias se les conoce en el altiplano mexicano y en Nayarit, pichas. Mientras en otros sitios, villas o aldeas les dicen bolas, bolindres o balas, yo simplemente las conocí como canicas.

Aunque pueden ser de piedra, barro o vidrio, las más populares del siglo XX fueron estas últimas, cuyos diámetros eran de 5/8", 3/8" o 1" aunque había otras de tamaño mayor llamadas bombochas.


Yo conocí este juego cuando cursaba el sexto grado de la primaria. En mi caso, el mayor promotor de este juego fue mi profesor del mencionado grado escolar pues solía premiar con canicas a los mejores alumnos. Dependiendo de la complejidad del reto, los premios iban desde las canicas más comunes y corrientes hasta las más exóticas, extranjeras o fuera de serie.

En varias ocasiones yo fui uno de los agraciados pupilos y gran parte de mi colección la obtuve de aquellas recompensas. En mi mente tengo aun presente varios tipos de canicas: las ágatas, los ojos de gato, las agüitas y los pericos. De las mencionadas exóticas, recuerdo claramente las bombochas espagueti, de origen italiano, una marrón y otra amarilla; la famosísima china, originaria del país que le da su gentilicio, que fue la canica más valiosa de mi maestro y la más codiciada por sus alumnos. Terminó siendo mía. Por último, hago mención a las inolvidables gomitas, que eran unas canicas opacas pero con la particularidad de estar chatas, simulando un cubito.

Aunado a lo anterior, no puedo olvidar frases como “pinto mi raya”, “chiras pelas”, “tu canica está cascada” y “calacas”.


Por cierto, si alguien desea mayor información sobre el tema, puede consultar un artículo de Reina Cedillo y Ma. Del Carmen Lechuga, titulado El juego de las canicas en México y publicado en México Desconocido on line, en el que se menciona el hallazgo de varias canicas dentro de una casa del siglo XVII ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Creeras que yo nunca aprendí a jugar canicas....extraño, ¿no?

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